Esculturas
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Lo maravilloso de la escultura es lograr pasar de la nada a una forma que muchas veces decide surgir sola.
Es tan grande el placer que da modelar la arcilla con las manos, vaciar un molde, tallar madera, lijar o patinar una obra terminada que resulta difícil transmitir la sensación en palabras.
Cuando se talla madera, en algunos momentos el trabajo es duro, meticuloso y prolongado.
La satisfacción al final, ante la obra terminada y brillante después de muchas horas de pulido y lijado, es única.
Los invito a intentarlo al menos una vez en la vida.