Confusiones

Esto que sigue puede parecer una constancia de supervivencia, como la que piden en el banco para acreditar que sigo viva para cobrar la jubilación. No he desaparecido, estoy muy ocupada.

Ya les conté que acostumbro hablar sola siempre. Me hablo bien a veces: “bien Danita, qué rico te salió esto”, mal otras: “qué tarada por mirar los mails se te quemaron las remolachas” (aunque creo que las remolachas tienen cierta tendencia a quemarse, supongo que por tanto azúcar que contienen).

En ocasiones me doy consejos: “no lleves tantas copas juntas se pueden caer” o “no la llames más a Fulanita porque ella nunca te llama”. El problema es que no siempre escucho mis recomendaciones, diría que casi nunca, por lo tanto la mayor parte del tiempo me hablo inútilmente, lo que me lleva a confundirme un poco.

Colabora con mi desconcierto vivir en un país donde las únicas leyes que parecen cumplirse siempre son las de Murphy. Tanta incoherencia me cansa y, como para muestra basta un botón, voy a poner un solo ejemplo de algo que me molesta.

Marco para hablar con el servicio de Internet. “Gracias por comunicarse con nosotros. Por problemas técnicos marque uno, por administración marque dos. Si tenés problemas con tu decodificador, digitá dos. Si es por tu celular marcá tres. (Inútil aclarar que la opción “comunicarse con un operador” es la número ciento quince).

Termino hablando sola una vez más, porque no sé si me trata de usted porque soy grande o me tutea porque piensa que soy joven. Y me pregunto si nadie de la empresa escucha los propios mensajes para ordenarlos. Al final me digo: “no te calientes, no vale la pena”. Llamo al banco, por otro trámite y…  pasa exactamente lo mismo.

Algunos D@tos

La sacan en pocos días, es una serie larguísima (seis temporadas) pero traten de verla. “Todo en familia” (“Parenting”) está muy bien hecha y mejor actuada, y muestra con precisión las relaciones que van y vienen dentro de una familia típicamente norteamericana pero universal en sus vivencias. “El joven Wallander”, otra serie, me entretuvo en ratos de cansancio, “La mujer de la fila” es una peli que documenta la lucha real de una madre, cuyo nombre se me escapa, por acompañar a su hijo preso injustamente. La historia es fuerte, pero Natalia Oreiro no me convenció y el hijo tampoco. Resaltan las otras mujeres de la fila de acceso al penitenciario y al final nos enteramos de que son las verdaderas, no son actrices. En la vida real, la madre termina en una lucha exitosa por mejorar las condiciones carcelarias. “Mango” es una comedia previsible pero simpática y con lindos paisajes. Algunos capítulos de “Chef’s table” son ideales para descansar. Y para pasarlo sonriendo, la tercera temporada de “Envidiosa”. Todas por Netflix. En los cines esta semana seguía disponible “El amor incompleto”, a mi modesto entender una joyita por la originalidad del guión (un francés chofer de taxi en Tokio), por la sutileza y los matices. Me gustó mucho, es belga.

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