Es gracioso que ya resulte casi imposible ver una serie o película en la cual no aparezca una escena de sexo cada quince minutos en promedio. Cualquier clase de sexo: hétero, gay, lesbiano, trans. Lo que sea pero mucho. Porque en el cine todos parecen encontrar más temprano que tarde, un amorcito, un compañero, una pareja, cuando no tienen la suerte de que reaparezca el amor de toda la vida o el de la primera juventud. A partir de ahí en su mayor parte los ocupa el sexo por sobre cualquier otra actividad.
Yo sé que la industria nos quiere hacer soñar. Lo que no parecen notar quienes nos venden esos mundos ilusorios (que casi siempre acaban bien porque hasta los amores más complicados son felices y comen perdices) es que la vida real, la de la calle, esa en la que vivimos los que estamos del otro lado de la pantalla, es diferente.
No hay que investigar mucho para detectar un desencuentro real, uno más de los que acaecen entre hombres y mujeres al que ahora, por si fuera poco, se agrega lo que se llama “edadismo”. Una discriminación que a los octogeniales nos toca de cerca porque supone que por la edad no tenemos más energía amorosa o sexual. Que no queremos tener una pareja con derecho al roce y algo más. Primer error.
No quisiera generalizar, pero el segundo error es creer que todos deberíamos morir de ganas siempre, como en las películas. A cualquier edad puede haber falta de ganas pero, pasados los sesenta, por poner un número, muchas mujeres dicen “ya tuve bastante”. No quiere decir que no lo deseen o no lo disfruten, simplemente es una necesidad más aplacada que puede postergarse en algunos períodos. En cambio los varones, de nuevo sin ánimo de generalizar, persisten en relacionarse con mujeres más jóvenes para sentirse activos y atractivos por más tiempo. Recurren a la pastilla azul y tardan en renunciar al rol de macho alfa.
Solo que en las mujeres disminuye la necesidad de sexo, no el placer amoroso ni el espiritual, menos aún el social. El resultado es que, mientras las mujeres esperan cariño, abrazos, compañía, consideración, pequeños gestos (que a menudo despiertan también el deseo sexual…), muchos varones siguen queriendo sexo directo como si tuvieran treinta años. En resumen, ellas por lo general quieren un amorcito cama afuera sin complicaciones, ellos quieren alguien que los estimule y los cuide, dentro de un molde patriarcal perimido.
El desencuentro es serio porque por aplicación de edadismo o por diferencia de edad queda afuera al menos una generación de mujeres. Podríamos suponer que unas cuantas conversaciones sin filtros ni prejuicios, para sacar este tema a la luz y compartirlo, mejorarían el cuadro ya que hoy, afortunadamente, se puede hablar de cualquier tema sin reparos y sin sonrojos. Si no, para informarse un poco más, está la serie “El Placer”, en Netflix, muy útil para quienes no tuvimos educación sexual en la escuela porque la palabra sexo no se usaba en aquellos años.
Van los D@tos debidos
No dejen que se les escape en el cine, dónde volví después de bastante tiempo, “Hojas de otoño”, una pelí finlandesa con una historia mínima, llena de sutilezas y con actuaciones excelentes dirigida por Kaurismaki.
En YouTube vi una peli argentina de hace años, “La mosca en la ceniza”, durísima (de entrada la corté y luego la retomé) sobre trata de mujeres. Muy buena. En cambio “Elena sabe” me resultó pesada y en varios momentos poco creíble a pesar de la actuación de Mercedes Morán. Devoré la nueva temporada de “The Crown”, creo que la de mejores caracterizaciones en particular la reina, Diana y el padre de Dodi. Y porque nunca la había visto empecé a ver “Six feet under”. Voy por la temporada 4 y el enésimo capítulo y no la puedo dejar. Todas por Netflix.
Para salir a comer un dato de oro: “Mad Pasta” está en Libertador 13797, Martínez, en la misma esquina con Alvear. Los pocos platos son exquisitos y abundantes, el lugar agradable (en particular el deck aislado de la calle), la atención súper eficiente y amable, los precios razonables. No se puede pedir más.