¿Dónde es más fácil ser octogenial?

Estuve ausente, fuera del país, algo que me sirvió -en pocas palabras- para reconfirmar que existe una mejor calidad de vida que la nuestra. No hablo de riqueza, de economía o de política porque en todos lados se cuecen habas y en algunas partes a sartenadas. Solo me remito al orden y la seguridad esperables en la vida cotidiana. Hablo de envejecer con tranquilidad y de buen humor.

Es verdad de Perogrullo, pero es obvio que es mucho más amigable envejecer en un país con buenas jubilaciones donde una vida de trabajo te asegura el bienestar de tus últimos años. En un lugar con buena salud en lo posible gratuita o accesible. En una ciudad que tiene rampas perfectas en todas las esquinas, las leyes del tránsito se cumplen a rajatablas y todos te respetan como peatón, donde los amables choferes de autobuses esperan a quienes tienen discapacidades. En pocas palabras, en un lugar en el que te sientas seguro y no en alerta permanente. Un sitio en el que, además, se puedan superar los resabios del “síndrome de la cabaña” que nos dejó la pandemia de Covid. Porque es cierto que hay lugares donde la gente de todas las edades se reúne de tarde a tomar una cerveza y a reírse. Lo digo porque lo vi. Quisiera ser optimista, pero creo que estamos lejos todavía.

Como hace tanto que no escribo, vi un montón de películas y series. Tal vez olvide anotar alguna pero básicamente acá están. Voy a resumir al máximo para no alargar demasiado.

La serie “Ripley” me creó tal estado de angustia que la interrumpí varias veces y todavía no la terminé de ver. El cinismo y la sangre fría del personaje me dejaban sin dormir. Excelente en todos los aspectos. “Bebé Reno” también tuvo momentos en los que el acoso y el sufrimiento del protagonista me agobiaron y no pude dejar de pensar contaba su propia experiencia. Soberbias actuaciones. “El primer día del solstricio de verano”, muy linda miniserie que muestra los problemas de una familia nórdica con todas sus diferencias de mentalidad, desde la manera de vestirse a la de festejar. Me gustó mucho. “American fiction” me encantó por lo irónica y sobre todo por la sátira de fondo. Vi por segunda vez “Zona de interés” y me volvió a parecer terrible, pero es tan sutil que sin mostrar casi nada muestra todo. Tremendas actuaciones. También volví a ver “Puan” y me gustó un poco más que la primera vez, aunque las actuaciones ya me habían gustado entonces. Para pasar unas horas sin sufrir, la segunda temporada de “Machos alfa” sirve, todos cumplen con sus papeles y da para reírse por lo satírica y bien observada. “Un día lluvioso en Nueva York” de Woody Allen se me había escapado, me gustó. “Lazos de vida” (One life), la real historia de Nicholas Winton que salvó a muchos chicos judíos es “de llorar”. Protagoniza Anthony Hopkins, muy buena. “Entre tierras” es una serie-dramón español que roza la telenovela pero mejor. “Tierra” cuenta la experiencia de una mujer que se refugia en medio de la nada para reponerse de circunstancias personales muy duras. Muy buena. “Simone la mujer del siglo” relata la lucha feminista de Simone Weil; no me gustó en sí, pero además porque pasa algo bastante común: la traducción es pésima y a menudo contradice lo que los actores dicen, muy molesto y desvirtúa lo que uno ve. “Siempre habrá un mañana”, italiana, asimilable al neorrealismo, inesperado final, me gustó mucho. “Vidas pasadas” es una película romántica, amable y triste. “El caso Asunta”, es una serie española que no se puede dejar una vez empezada por la permanente ambigüedad donde todos son culpables o nadie lo es.

Basta por hoy.

Scroll al inicio