Tema: Las despedidas

Desde anoche me da vueltas en la cabeza un tema que no es precisamente “La vaca”, como la composición de tercer grado, porque creo que nunca me había detenido a pensar cuántos tipos de despedidas hay.

Hay despedidas alegres, son las de acompañar a alguien que se va de viaje por primera vez, con sus nervios y apuros, y despedidas tristes cuando se va alguien por mucho tiempo o definitivamente. Estas se pueden dividir en las categorías de agitar pañuelos de colores o de estrujar pañuelos de papel.

Hay despedidas largas, como las cada vez menos frecuentes de los barcos que tardan en perderse en el horizonte y las de los aeropuertos donde cada vez hay que ir con más tiempo para que nos revisen hasta los pensamientos. Y despedidas muy breves como las de los trenes y autobuses que desaparecen en un instante y te dejan agitando la mano hacia la nada.

Hay despedidas para un rato o para siempre; unas enojadas de “andate y no vuelvas más”, otras más amigables, y las de “si necesitás irte andá, pero volvé”. O las conciliadoras, las de “por qué no te quedás y tratamos de arreglar las cosas”. Y las de los abrazos apretados que quisieran decir “por favor no te vayas”.

Despedidas de frente, las de “chau me voy” o subrepticias, esas de “oia, ¿dónde está, se fue?” cuando alguien desaparece como un fantasma. Están las educadas, con el debido saludo, frente a las de “me voy sin llamar la atención para no disolver la reunión”. Y las dudosas de los boleros: “no te digo adiós te digo hasta siempre”.

Despedidas con ganas de irnos por cansados o de que se vayan quienes nos cansan. Cantadas, como “adiós muchachos, compañeros de mi vida”, “adiós pampa mía” o “adiós Mariquita linda” que no me acuerdo a dónde, pero sé que se iba.

Hay despedidas esperadas o inesperadas, esperanzadas o sin ilusión, despedidas llenas de siempres o de nuncas. De tiempo que se acaba, de tiempo de descuento o de tiempo cumplido. También, las cada vez más frecuentes para los octogeniales, las del viaje a la luz de los amigos de toda la vida que entran para siempre en zona sin whatsapp.
Sea cual sea la que nos toque, alegre o triste, siempre se nos va con  ella un pedacito de algo.

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