Como soñar no cuesta nada, a mí me hubiera gustado que Serrat me dedicara esa bella frase “te sienta bien el otoño”. Como para calmar mis inseguridades, porque no siempre se cómo me sienta a pesar de que es mi temporada preferida.
Nos sucede a muchos sino a casi todos: hay días en que nos vemos regios, otros maso y algunos terribles. Lo que no sé si le pasa a todo el mundo es que a veces parece que de adentro a uno le sale como un chorrito de juventud que mejora las cosas y otros días es como que nos hubieran sopleteado con vejez en aerosol y miramos sin reconocerlo a ese que nos mira desde el espejo.
Simone de Beauvoir dijo alguna vez que “la tragedia de la vida es que por dentro siempre se tienen veinticinco años”. Yo me animaría -¡qué coraje!- a discutirlo. No es una tragedia, es una suerte conservar ese mechón de juventud que no encanece ni se arruga. Porque nos permite soñar, por ejemplo, con encontrar un nuevo amor, con hacer un viaje más, con tener un campito donde plantar árboles y cosechar fruta, aun cuando está claro que los árboles de hoy los van a cosechar los nietos.
Por otra parte, también está la suerte del inventario. Algo que se puede hacer ahora con muchos almanaques deshojados por detrás (¿se acuerdan de cuando se deshojaban los almanaques hoja por hoja? ¡Esto sí que es de octogeniales!). Hoy podemos enumerar los logros de la vida (y también dejar de lado los fracasos que nos dieron fuerza y los errores inevitables de quien vivió), un recuento agradable de hacer si se llega a edades avanzadas. Algunos pueden hacerlo antes, pero está claro que Bill Gates no es cualquiera.
También tengo días en que creo que me sienta bien la primavera, con sus flores y sus brotes, pero entonces me da un ataque de alergia y ya no sé con qué quedarme.
Algunos D@tos
“Divorciados” es una comedia polaca graciosa, con una protagonista encantadora que no se cansa de luchar contra las rígidas normas de la iglesia. “Nadie quiere esto” es una mini serie muy previsible pero da para pasar unos ratos sin pensar mucho. Las dos por Netflix. “Antonio Machado, los días azules” es un documental muy grato, como para no perderlo, por RTVE.
“Viento blanco” es un unipersonal que se refiere al viento de la Patagonia pero en realidad no tiene mucho que ver con lo que sucede. El protagonista, Mariano Saborido, actúa bien pero cuesta seguir su voz. La escenografía es minimalista e interesante. Lo que no se puede dejar de mencionar es que el trato hacia el público en la sala Dumont4040 es sencillamente vergonzoso. Cuesta explicar cómo hay que hacer una cola que da dos veces la vuelta sobre sí misma en un pasillo entre la barra del local y la pared, por cuarenta minutos, para conseguir una ubicación medianamente buena. Me propuse no asistir más a salas que no numeren las entradas y no me den un mínimo de seguridad y consideración. Dixit.