¿Alguna vez se les ocurrió reflexionar en que, así como la humanidad pasó y pasa por diferentes edades (por ejemplo la de piedra, la media, la moderna, todas las que estudiábamos en la escuela), nosotros en nuestra vida individual también pasamos por diferentes edades? No me refiero, aunque las recorremos indefectiblemente, a la infancia, la adolescencia, la juventud o las demás etapas conocidas. Tampoco a la mentada “edad del pavo” por la que todos pasamos.
Cuesta establecer cuántas etapas debemos transcurrir para llegar a ser adultos en el sentido amplio de la palabra porque no son las mismas para todos ni para cada circunstancia individual. Como dice Jacques Brel en una bella canción, lo necesario para no “llegar a viejos sin ser adultos”.
Algo queda claro desde el inicio: adulto no se es por medir un metro ochenta, por calzar treinta y ocho o cuarenta y tres, por haber terminado los estudios, por tener un trabajo, por estar en pareja o por ser padres. Hay muchas sutilezas de la adultez que se nos escapan.
Por ejemplo, hay definitivamente una edad para perdonar a los padres. Sea cual fuere la suerte que nos haya tocado, y salvo en casos excepcionales, no se puede estar reclamando y recriminando para siempre o para auto justificarse. Hay un día para entender que hicieron lo mejor que pudieron y con buena intención porque pertenecen a la raza humana que se caracteriza por equivocarse bastante.
El tiempo para arriesgar corresponde, por lo general, a la primera juventud cuando el ser humano se siente eterno y puede practicar deportes de riesgo o emprender y jugarse porque confía en que si le va mal podrá reponerse; algo que a los muy mayores no les sucede porque se vuelven instintivamente más temerosos. Un poco más de tiempo dura la edad para ser despreocupado en el sentido ligero del concepto que por cierto no significa ser inconsciente.
Otra edad, bastante más tardía, nos permite valorar si nos tocó vivir en una familia sólida, afectiva y estimulante, para agradecerlo o si fuimos destinados a una familia disfuncional con la que tuvimos que aprender a convivir, una situación más habitual de lo que se supone. Esto nos permitiría entrar en una larga disquisición sobre qué se considera una familia normal. Para explicarlo más gráficamente, no es lo mismo haber nacido en la familia Ingalls que en la de los locos Adams o los Simpsons.
Hay definitivamente un período para madurar y es difícil definirlo. Porque no todas las personas llegamos al mismo lugar en el mismo momento. Se puede ser maduro a los catorce, a los veinte o a los treinta así como sabemos que se puede ser inmaduro toda la vida.
Una edad que no debería pasar nunca sería la de soñar que posiblemente empiece en la temprana adolescencia. De acuerdo con la personalidad, dura más o menos hasta una edad mediana. Por qué algunas personas dejan de soñar, de hacer planes y tener proyectos, que es parte de lo mismo, es difícil de explicar pero pasa. Y ciertamente no contribuye a envejecer bien.
Finalmente, hay una época para pensar en uno mismo. Esto nos lleva a los octogeniales, los que estamos en un momento en el que todavía podemos disfrutar, dar mucho y también recibirlo. Son los años de la cosecha, que corresponderán indefectiblemente a cómo fue en su momento la siembra. Es el tiempo de disminuir las obligaciones y aumentar los placeres por pequeños que sean.
En mi caso, no sé cómo llamar a esta edad que transito. No tengo claro si he madurado, sigo teniendo proyectos, trato de divertirme y no quiero dejar de soñar. Pasé también por el momento de darme cuenta, de repente una mañana frente al espejo del baño, que estoy en la edad a la que le queda poco recorrido por delante. Por lo tanto, es la de aprovechar cada minuto de la mejor manera posible.
Nota al pie
No puedo cerrar esto sin agradecerles con todo mi corazón (también con disculpas por hacerlo en general porque son muchos) los mensajes de apoyo y estímulo que me enviaron por el post anterior. Por ahora voy a seguir publicando en octogeniales.com y a la vez en Facebook porque entendí que les resulta más fácil acceder.
Les deseo lo mejor para el 2023, nos seguiremos encontrando. Abrazos.