La felicidad, esa mariposa esquiva

Nos llevó más tiempo de lo previsto pero acá estamos de nuevo con una versión más sencilla que espero (ruego, pido, ansío, deseo y finalmente confío) que resulte más fácil para todos. Para ustedes la comunicación, para mí el manejo. La versión anterior me resultaba muy poco amistosa así que ahora me propongo mantener una comunicación más fluida. Ignoro si con el cambio se perdieron contactos, por eso les pido que por favor colaboren reenviando todo lo que puedan para que aumentemos el número de octogeniales lectores de estos textos. Gracias desde ya, espero que les gusten las novedades.

Admiro mucho al Dr. López Rosetti por su inagotable capacidad didáctica, su simpatía y su sencillez. Un combo casi imbatible cuando se trata de aprender sobre temas médicos o filosóficos. En consecuencia, me anoté en una charla que daba por Internet. Tema: La felicidad.

Como todas las exposiciones inteligentes y bien fundamentadas, esta se puede resumir en pocas palabras. Pocas pero inolvidables. López Rosetti aclara que “la felicidad no es alegría, euforia o exaltación; es un estado de fondo, es el bienestar subjetivo percibido, la satisfacción con la propia realidad”.

Y nos hace notar algo evidente que la mayoría solemos no ver: a todos nos pasan cosas, muchas buenas, muchas malas y nadie se salva de algún momento en el que predominan las malas. Lo importante es qué hacemos cada uno de nosotros con eso.  

En nuestro país, un verdadero reino de la incertidumbre, no es fácil lo cotidiano y hay que empeñarse en manejar una realidad en variación constante. Para ello hay que aprender a separar lo que podemos manejar de lo que no se puede. No podemos controlar el paso del tiempo, el clima, las emociones y opiniones de los demás, tampoco a los gobernantes salvo en el momento del voto. En cambio, como los octogeniales ya no tenemos tantas metas por cumplir como los jóvenes podemos disfrutar de un motivo seguro de alivio.

Hace muchos años, en un libro cuyo título lamentablemente no recuerdo, el autor anticipaba las teorías en vigencia diciendo que la felicidad no es un estado permanente porque “es como una mariposa que se posa por un breve momento sobre tu hombro”. Eso sí, recomendaba prestar atención para que ese instante no nos encontrara distraídos…

Conclusión: ser feliz requiere esfuerzo y trabajo para elegir las opciones positivas y no dejarse invadir por las negativas. Para tener vida social activa, buenas relaciones interpersonales, para ser un viejo agradable con quien los jóvenes quieran estar. Para no decir al final de la vida, como Churchill, Pasé más de la mitad de mi vida preocupándome por cosas que jamás iban a ocurrir».

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