Esta frase graciosa que apareció en Pinterest mientras buscaba una receta de un postre refleja, con pocas palabras y mucho humor, una verdad de Perogrullo: el tiempo vuela, la vida a veces parece un flash. Goethe, como corresponde a un poeta que se precie, lo dijo de una forma más lírica: “la vida se apodera de nosotros por sorpresa”.
A los octogeniales nos cuesta entender dónde quedaron esos días en los que parecía que el año escolar no terminaba nunca, que los viajes en auto eran interminables, que las visitas a casa de unos tíos mayores, poco conocidos y aburridos, parecían durar un siglo.
Hoy que la vida se ha prolongado tanto, a muchos octogeniales las rodillas nos recuerdan la edad pero lo que nos rodea (sociedad, estado, instituciones) no siempre ofrece soluciones; muy especialmente a quienes viven solos que son cada vez más.
En un libro bellísimo de los años cincuenta del siglo pasado, que no vacilaría en sugerir que buscaran y leyeran, “El País de las sombras largas”, se dice que “todo lo que termina es breve”. Como la vida.
Hans Ruesch, su autor, describe la dura existencia de los esquimales, los poco conocidos habitantes del Polo Norte. Muestra, entre muchas otras situaciones peculiares, la manera en que una madre anciana, a la que ya no se considera útil según las pautas de la comunidad, se la abandona sobre un témpano para que muera. Tan simple, tan sencillo. Porque es vieja y se ha quedado sin dientes para comer y para ablandar los cueros que deben vender para sobrevivir.
En nuestros días cada tanto suceden algunas situaciones parecidas solo que no acaecen entre glaciares sino en departamentos modernos de ciudades enormes, muy lejos de las aldeas de cinco iglúes. Como ejemplo, lo sucedido en Francia en el año 2003 durante una ola excepcional de calor cuando los viejos que vivían solos morían porque nadie iba a visitarlos. Como si nadie se hubiera enterado de que eran viejos y vivían solos.

Sin embargo, a veces aparece una luz al final del túnel. Un grupo de jóvenes españoles organizó adoptaunabuelo.org una idea que merece replicarse. Se ocupan de visitar y acompañar a los ancianos que viven en residencias geriátricas y no tienen familia. Yo la haría extensiva, con los debidos recaudos, a los muchos viejos que viven en sus casas.
Es más, se me ocurre que nadie debería recibirse de una carrera universitaria sin haber hecho algunos meses de trabajo comunitario para conectarse con el mundo en el que va a actuar y ésta podría ser una forma. Por otra parte, también en España, existe una nueva propuesta para que los ancianos alquilen un cuarto de sus viviendas para tener compañía. De paso, esto ayuda a resolver el alojamiento de jóvenes estudiantes que no pueden gastar mucho mientras cursan sus carreras. Propuestas que vale la pena considerar. Con seguridad, deben existir otras.